Imágenes contra el olvido
Memoria histórica palestina. Vivencias de la Nakba en Cataluña.
Producción y video: Manuel Atuán Facuse
Producción y fotografía:
Con la participación de:
Ahmad, Ibrahim, Mazeed, Miasar, Natàlia, Nour, Salam, Sami, Yousef.
IMÁGENES
CONTRA
EL OLVIDO
MEMORIA HISTÓRICA
PALESTINA.
VIVENCIAS DE LA NAKBA
EN CATALUNYA
Producción y video: Manuel Atuán Facuse
Producción y fotografía:
Con la participación de:
Ahmad, Ibrahim, Mazeed, Miasar, Natàlia, Nour, Salam, Sami, Yousef.
Uno de los pilares del discurso sionista es la negación de la presencia del pueblo palestino en su propia tierra. El eslogan “una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra” es el ejemplo emblemático de la disociación de la realidad sionista para justificar la colonización y apropiación de Palestina.
Esta idea negacionista de borrar la existencia misma del pueblo palestino tiene muchos capítulos en la historia del Estado de Israel. Robo arqueológico a gran escala, destrucción de pueblos y viviendas, confiscación de todo tipo de documentación oficial palestina, archivos sociales, culturales, cartas, documentos y fotografías íntimas de las familias palestinas, con la intención de borrar, en la práctica, todo indicio de existencia del pueblo nativo. De ahí, la necesidad de representación por parte de los y las palestinas es un ejercicio de legitimación de su propia existencia, de hacerse tangible y real al mismo tiempo, a pesar de que el Estado de Israel utiliza toda su maquinaria de destrucción y vulneración de los Derechos Humanos del pueblo palestino. En este contexto, la fotografía surge como una constatación innegable que nos lleva a la ineludible afirmación “ésto ha sido”, donde lo fotografiado deviene un certificado de su propia existencia.
Palestina es un país real, bajo colonización y ocupación; nos esforzamos por seguir contando su historia, ya que explica el presente e influye en el futuro del pueblo palestino.
Varias personas miembros de la comunidad palestina en Catalunya han abierto sus casas, sus álbumes de fotos familiares, documentación administrativa atesorada durante años y otros objetos con una fuerte carga histórica. Nos han relatado cómo vivieron la Nakba en primera persona, cómo tuvieron que huir “con lo puesto”, cómo las mujeres palestinas enfrentan la doble ocupación -la del territorio y la de sus cuerpos-, cómo el pueblo palestino resiste y se enfrenta a la fuerza ocupante.
Agradecemos la generosidad de Ahmad, Ibrahim, Mazeed, Miasar, Natalia, Nour, Salam, Sami, Yousef, por abrir sus corazones y contribuir a que la memoria histórica palestina esté viva en Catalunya.
La Nakba
La Nakba es la catástrofe, desastre o calamidad, producida por un acto de destrucción deliberado. Es la limpieza étnica ejercida sobre Palestina y el pueblo palestino por parte del Estado israelí.
Supuso la expulsión de más del 70% de la población y el despojo de cientos de miles de palestinos de sus hogares y su tierra en 1948. Durante la Nakba, 530 pueblos fueron despoblados y totalmente arrasados, la mayoría de los cuales tenían una localización estratégica a nivel geográfico. Esta expulsión sistemática y forzada convirtió a ¾ de la población palestina en refugiados, comenzando así la diáspora palestina y la imposibilidad del derecho al retorno.
La Nakba no es un episodio históricamente cerrado y aislado, el objetivo de crear el futuro judío tiene como consecuencia la implementación de políticas racistas y de apartheid que duran hasta nuestros días.
Ibrahim Beisani
“Mi familia tuvo que salir con lo puesto”.
Mis padres son refugiados, procedentes de Yafa. Se asentaron
primero en Nablus, donde mi padre Ahmad tuvo que luchar mucho para tirar adelante, iba por las calles vendiendo pastillas de jabón, con lo que obtenía muy poco dinero para mantener a sus 8 hijos e hijas. Decidió trasladarse él solo a Amán, con la expectativa de tener más oportunidades de trabajo. Gracias a su experiencia en una fundición en Yafa, pudo trabajar de tornero en Amán, aunque iba y venía a Nablus cada fin de semana, para estar con la familia. En 1951 toda la familia se trasladó a Amán, donde nací yo. Allí mi padre montó su propio taller partiendo desde cero, con la ayuda de mis hermanos mayores. Guardo con cariño la foto de mi padre en su propio taller de tornero, tomada en los años 50. Es una foto muy especial..
Mis padres nos explicaban a menudo cómo les echaron de su casa, “corre, corre, nos persiguen, nos van a matar…”. Salieron con lo puesto, fue dramático. Todas sus pertenencias se quedaron allí, con la esperanza de volver rápidamente. Mi padre murió a los 55 años y mi madre a los 92 años, ambos viviendo todavía en Jordania, ambos esperando volver a su casa en Palestina.
Yo llegué a Barcelona desde Jordania para estudiar medicina y me quedé aquí. Ahora soy médico jubilado, han pasado muchos años. En estas carpetas guardo la correspondencia que durante tanto tiempo he mantenido con mi familia, aquí está condensada nuestra historia familiar y nuestro anhelo de volver a Palestina.
En la actualidad, 5,4 millones de palestinos viven desplazados en su propio país, en Siria, Líbano o Jordania, entre otros países. Los refugiados palestinos representan una cuarta parte de la población refugiada del mundo.
En la actualidad, 5,4 millones de palestinos viven desplazados en su propio país, en Siria, Líbano o Jordania, entre otros países. Los refugiados palestinos representan una cuarta parte de la población refugiada del mundo.
Miasar Husein
“Las mujeres palestinas han sido la columna de las familias”.
“Las mujeres palestinas han sido la columna de las familias”.
De mi infancia tengo recuerdos cálidos y otros punzantes. Guardo en mi memoria cómo mi madre y las otras mujeres tejían bandejas para la comida. Lo hacían con hierbas que tomaban del campo, las teñían de colores, y con ellas creaban diseños específicos de la zona. Mi madre siempre hacía un dibujo diferente al de sus vecinas. A través de estas bandejas se sabía de qué zona provenía cada mujer, siempre ha sido una forma de expresar la identidad palestina.
A Salfit, mi pueblo, llegaron muchos refugiados huyendo de las matanzas de los sionistas. Nos enseñaban las llaves de sus casas, con la esperanza de poder regresar, recuperar sus terrenos y volver a vivir en sus pueblos. Nunca se les ha permitido la posibilidad del retorno.
Las mujeres palestinas son las verdaderas mártires de la ocupación israelí, han tenido que ocuparse de todo y tirar adelante sus familias, mientras tienen sus hijos en la cárcel, cuando no son mártires… La mujer es la columna vertebral de la casa, si la mujer es fuerte la familia se levanta. Un ejemplo es mi cuñada: con la primera intifada, los soldados vinieron a Salfit y se llevaron a 250 chicos del pueblo, entre ellos mi hermano, por haber participado en manifestaciones y haber tirado piedras. Se inició un proceso de juicios constantemente aplazados e interrogatorios interminables. Durante 21 años mi hermano llegó a estar tres veces en la cárcel, mientras mi cuñada se ocupaba de conseguir ingresos y de su familia. Fue muy duro..
Durante la Nakba, miles de familias marcharon con las llaves de sus hogares y la ilusión de volver. La llave se ha convertido en un símbolo del derecho al retorno para los refugiados y para todo el pueblo palestino.
Durante la Nakba, miles de familias marcharon con las llaves de sus hogares y la ilusión de volver. La llave se ha convertido en un símbolo del derecho al retorno para los refugiados y para todo el pueblo palestino.
Yousef Ramadan
“Formé parte de la guerrilla palestina”.
En mayo de 1948, cuando yo tenía 5 años, los israelíes ocuparon Almalha, mi pueblo. Mi madre tuvo que huir con sus 4 hijos e hijas, una de ellas todavía lactante, convirtiéndonos en refugiados en nuestro propio país. Yo tan solo llevaba unos calzoncillos puestos.
A raíz del estrés y trauma de lo vivido en la Nakba, empecé de joven a implicarme en política. En 1956 ya era responsable de la juventud comunista de Belén. Milité con los Hermanos Musulmanes y más tarde en el movimiento naserista. Pude viajar a España a estudiar medicina, gracias al apoyo económico de mi hermano. Allí formamos la Unión General de Estudiantes Palestinos, una pieza clave en la lucha y resistencia palestina en muchos países. Yo formaba parte del Comité Directivo.
Decidí volver a Jordania y posteriormente al Líbano para integrarme en la guerrilla palestina. Por medio del embajador iraquí en Madrid, conseguí un pasaporte iraquí con el que viajar, aunque los israelís me lo confiscaron.
staba trabajando en el centro sanitario del Frente Democrático para la Liberación de Palestina en Beirut cuando ocurrió el atentado israelí en 1981 en Al-Fakhani, donde las milicias de las organizaciones palestinas teníamos nuestras oficinas. Hicieron una masacre, yo me salvé de milagro.
Ocupé diferentes cargos en la OLP -Organización para la Liberación de Palestina- y llegué a ser su representante en Túnez. Fue una época dura, de muchos viajes y clandestinidad, pero llena de esperanza.
El movimiento estudiantil palestino contribuyó a la resistencia palestina,
primero contra la administración británica y luego contra el sionismo. En 1959, Yasir Arafat y Abu Jihad fundan en El Cairo la Unión General de Estudiantes Palestinos.
El movimiento estudiantil palestino contribuyó a la resistencia palestina,
primero contra la administración británica y luego contra el sionismo. En 1959, Yasir Arafat y Abu Jihad fundan en El Cairo la Unión General de Estudiantes Palestinos.
Nour Abu Hadid
“La tierra no se vende”.
Nací en Azmut en el año 1958, cuando Cisjordania estaba bajo el control de Jordania. El certificado de nacimiento emitido por el rey de Jordania, del que todavía guardo una fotocopia, así lo demuestra.
Después de la guerra de 1967, los sionistas nos confiscaron parte de nuestras tierras, para hacer pasar una carretera hacia un asentamiento ilegal. A mi familia no la compensaron económicamente, mi padre no quiso. Para él, la tierra sólo se compra, nunca se vende. Le arrancaron la tierra y su ética no le permitía aceptar dinero por ella.
Cerca de Azmut había tres campos de refugiados con los que empezamos a mantener relaciones y hasta comerciábamos. Mi abuela Emtera, que les vendía aceite de oliva y otras cosas que producíamos, entabló amistad con muchos de ellos.
Ella fue una gran mujer, participó en la primera intifada, junto a otros nietos y los jóvenes del pueblo. Encabezaba las manifestaciones portando la bandera palestina. En una de estas manifestaciones asesinaron a Ala Eddin, mi hermano pequeño de 8 años… Fue muy doloroso. Mi abuela salió por las calles de Azmut durante su entierro, con un palo en alto, pidiendo justicia y todo el pueblo la seguía. A raíz de este hecho, los soldados israelíes cogieron a mi abuela y la interrogaron. Ella nunca se doblegó.
Guardo en mi recuerdo algo que mi abuela siempre decía: “Viví la ocupación turca y se fueron. Viví la ocupación inglesa y se fueron también. Ahora vivo la ocupación sionista y espero poder ver su marcha”. Vivió hasta los 102 años y no pudo ver su deseo cumplido.
Cisjordania fue ocupada y anexada
por Jordania entre 1948 y 1967, como consecuencia de la ocupación israelí y de la Nakba. Con la guerra de los Seis Días en 1967, Israel ocupó Cisjordania, el Sinaí, Gaza, Jerusalén Este y los Altos del Golán.
Cisjordania fue ocupada y anexada
por Jordania entre 1948 y 1967, como consecuencia de la ocupación israelí y de la Nakba. Con la guerra de los Seis Días en 1967, Israel ocupó Cisjordania, el Sinaí, Gaza, Jerusalén Este y los Altos del Golán.
Salam Al-Maslamani
“Quise proteger a mi hermana y un soldado me pegó”.
“Quise proteger a mi hermana y un soldado me pegó”.
Desde pequeña he participado en manifestaciones. Era un hecho normal en nuestra infancia. Un día, cuando yo tenía unos 11 años, entraron en casa los soldados israelíes, muy agresivos, humillándonos y revolviéndolo todo. Encontraron un comunicado que escribió mi hermana mayor. Para protegerla, me adelanté unos pasos y dije que lo había hecho yo. Un soldado me pegó en la cara. ¡Yo sólo tenía 11 años! Cuando por fin se fueron, mi madre me dio agua bendita de este recipiente redondo metálico, que todavía hoy guardo en la vitrina de mi casa. Recuerdo que había que tomar tres sorbos para ayudar a sanar el miedo y el susto. En todas las casas había estos recipientes con agua bendita, forman parte de nuestra cultura…
Vivíamos en Nablus, donde se refugió mi abuela con la Nakba. Desde los inicios de la ocupación, los sionistas se quedaron con todo: la casa, el jardín, las fotos, nuestros objetos… hasta el día de hoy. Por esto es tan importante para mí guardar las evidencias de nuestro pasado como pueblo.
Conservo el pasaporte de mi abuela, emitido por el gobierno palestino en Jerusalén en el año 1944, durante el protectorado británico. Lo guardo como un tesoro, como reconocimiento a nuestra dentidad palestina y a nuestras raíces. También guardo la botellita donde mi madre tenía el kohol para pintarse los ojos, un reloj de mi padre, un pequeño monedero hecho a mano y su pañuelo bordado. Son objetos queridos que me vinculan con mis raíces y me permiten estar más cerca de mi familia. Los toco, los veo y me conectan con mis recuerdos. Son una evidencia de la existencia de Palestina..
Entre 1923 y 1948, Palestina estuvo administrada territorialmente por Reino Unido, por mandato de la Sociedad de Naciones. Las personas nacidas en ese período de tiempo en Palestina disponían de pasaporte del gobierno palestino.
Entre 1923 y 1948, Palestina estuvo administrada territorialmente por Reino Unido, por mandato de la Sociedad de Naciones. Las personas nacidas en ese período de tiempo en Palestina disponían de pasaporte del gobierno palestino.
Sami Abdel Jawad
La primera intifada tuvo un efecto devastador sobre el pueblo palestino”.
La primera intifada tuvo un efecto devastador sobre el pueblo palestino”.
Recuerdo la primera intifada con gran dolor. Justo en el año 1987 conocí a la que es mi actual mujer. Teníamos programada nuestra boda para el año siguiente, pero en diciembre de 1987 estalló la Primera Intifada, que tuvo un efecto devastador sobre la gente y se paralizaron todas las bodas. Después de años de relativa calma, la
gente empezó a organizar una respuesta masiva contra la ocupación. Los chicos y chicas jóvenes, los niños y niñas, hombres y mujeres tiraban piedras, mientras el ejército respondía con balas. Hubo muchos muertos y heridos, detenciones masivas, toques de queda… Fue horroroso. Raro era encontrar una familia que no tuviera un muerto o un herido. En casa tenemos un cuadro de
una artista palestina que fue pintado justo después de la Primera Intifada, y en él se refleja el dolor de todo el pueblo palestino, todas las generaciones están representadas.
En plena intifada, no se admitía que se celebraran bodas, porque una boda es una manifestación de alegría y de participación del pueblo. La gente estaba atemorizada con los toques de queda permanentes, los detenidos permanentes, los registros permanentes y las invasiones. Tuvimos que celebrar nuestra boda sin cantos ni muestras de alegría.
En casa conservamos un tapiz con escenas bordadas de una boda palestina. Están bordados los versículos que se cantan durante la celebración, en el momento en que sacan al novio y a la novia para que se encuentren. Se ven escenas con los invitados vestidos con el traje típico, cantando en la casa del novio, cocinando para los invitados o llevando a la novia a la casa del novio montada sobre un caballo de pura raza.
La Primera Intifada o Revuelta de las Piedras fue un movimiento popular y de base en Palestina en contra de las fuerzas ocupantes, con protestas de resistencia y desobediencia civil. Los y las jóvenes estuvieron siempre en primera fila. Los muertos palestinos se contaron por miles.
La Primera Intifada o Revuelta de las Piedras fue un movimiento popular y de base en Palestina en contra de las fuerzas ocupantes, con protestas de resistencia y desobediencia civil. Los y las jóvenes estuvieron siempre en primera fila. Los muertos palestinos se contaron por miles.
Mazeed Khalilia
“Me fue más fácil emigrar a Barcelona que volver a mi casa en Jenín”.
“Me fue más fácil emigrar a Barcelona que volver a mi casa en Jenín”.
Tanto mis abuelos como mis bisabuelos han estado siempre vinculados a la resistencia, primero mi bisabuelo contra los otomanos y luego mi abuelo contra los ingleses. Ahora, ya como adulto, entiendo la relación entre lo que mi abuelo me explicaba sobre la lucha contra los ingleses y lo que mi padre me explicaba sobre la lucha contra la ocupación israelí. Pero cuando era niño, todas aquellas historias narradas eran fugaces e intangibles, hasta que un día los soldados dispararon a mi hermano de 14 años en la cabeza, y también dispararon para que no pudiera llegar la ambulancia. Fue entonces cuando las historias de mis abuelos y de mi padre cobraron todo el sentido para mí. Mis tres hermanos estuvieron en la cárcel, con 19, 18 y 16 años. Siempre tengo presente a mi familia, guardo fotos de mis padres y hermanos para recordarlos cada día. .
Con la segunda intifada, los soldados entraron en Jenín. Israel usó una cantidad de armamento injustificada para entrar en nuestras ciudades, además de todo tipo de violencia. También usó la guerra psicológica. Por ejemplo, en mi caso, me negaron poder desplazarme a mi casa en Jenín porque mi documentación, mi DNI, decía que residía en Ramallah. Durante la segunda intifada nadie podía salir de Ramallah, me quedé atrapado, sin casa, sin trabajo, sin poder trasladarme. En cambio, conseguí una invitación para ir a Catalunya, a través de unos periodistas. Lo festejé como si viajara al paraíso. Dejé Palestina la Navidad de 2004, me fue más fácil emigrar a Barcelona que volver a mi casa.
En el año 2000, en pleno debate sobre el futuro de Jerusalén, estalló la
Segunda Intifada, a raíz de la visita de Ariel Sharón a la explanada de la Mezquita Al Aqsa. Su presencia fue un abierto desafío al pueblo palestino.
En el año 2000, en pleno debate sobre el futuro de Jerusalén, estalló la
Segunda Intifada, a raíz de la visita de Ariel Sharón a la explanada de la Mezquita Al Aqsa. Su presencia fue un abierto desafío al pueblo palestino.
Natalia Abu-Sharar
“Nuestros vestidos bordados son una forma de resistencia”.
Cuando era pequeña, cada año viajábamos a Hebrón a visitar a mi abuela materna. Ella me bordó a mano este vestido, siguiendo la tradición palestina por la cual toda mujer tiene un vestido cosido por su madre o su abuela. Para mí es una forma de resistencia que mantiene nuestra cultura e identidad, y me reafirma en el hecho de ser palestina. Este vestido lleva el diseño típico de Hebrón, cada ciudad tiene un diseño propio y eso te permite identificar tu origen.
En Hebrón, a menudo íbamos a pasar el día en el campo de olivos de mis abuelos. Llevábamos café y té, nos bañábamos en el riachuelo. El campo de olivos lo ha heredado mi madre, todavía lo tenemos.
Cuando tenía 10 años, atravesando la frontera entre Jordania y Cisjordania para ir a Jericó, me pararon en los controles de seguridad porque las pulseras que llevaba hicieron sonar el silbato de alarma. Mi madre le dijo a los soldados que yo no hablaba árabe ni hebreo. Aun así, los soldados me apartaron y me empezaron a hablar en árabe. Me preguntaban si llevaba armas, pero yo no entendía nada. De los nervios, empecé a reírme y entonces llegaron un montón de soldados. Mi madre, que estaba al otro lado, lloraba. Hasta que llegó un soldado argentino y me pregunto “¿llevas armas?” y finalmente pude decir que no. Entonces me llevaron a una habitación, me desnudaron y me interrogaron hasta que por fin me dejaron ir. Me han humillado y registrado varias veces en la frontera por ser palestina y por ser mujer, pero la primera vez fue una conmoción que nunca he podido olvidar.
Los vestidos palestinos tradicionales cuentan con una gramática propia que puede ser leída dentro de las distintas regiones palestinas. Antes del 48, eran utilizados sólo en las zonas rurales, hasta que cayeron en desuso. Actualmente se han retomado, como símbolo de identidad.
Los vestidos palestinos tradicionales cuentan con una gramática propia que puede ser leída dentro de las distintas regiones palestinas. Antes del 48, eran utilizados sólo en las zonas rurales, hasta que cayeron en desuso. Actualmente se han retomado, como símbolo de identidad.
Ahmad Atawneh
“Esta kufiyya es la única cosa que tengo de mi abuelo”.
Mi padre procedía de Beit Kahel, cerca de Hebrón. Fue a estudiar a Jordania en 1975 y allí conoció a mi madre, refugiada del 1948 junto a su familia. En el año 1985, mi padre quiso ir a visitar a su familia a Palestina, pero lo detuvieron en la frontera y fue encarcelado durante más de dos años y medio en prisiones de Hebrón y otras ciudades. Cuando fue liberado, lo deportaron a Jordania y le arrebataron la posibilidad de regresar a Palestina.
Yo nací en Jordania. Viví mi infancia entre nuestra casa y la de mis abuelos maternos, que continuaban allí refugiados. Mi abuelo siempre hablaba de Palestina, de cómo era la vida allí, me explicaba que era un país verde, con árboles, olivos, naranjos… ¡Me lo narraba de una manera que yo hasta podía sentir el olor! Siempre tenía historias que contar y yo hacía correr la imaginación, construyendo un imaginario ideal sobre Palestina.
Los abuelos me hablaban con tanta pasión que su relato me impactaba mucho. Mi abuelo tuvo que vivir en Jordania el resto de su vida, esperando poder regresar a Palestina. Esta kufiyya era suya, él me la regaló… Es la única cosa que conservo de mi abuelo.
Con los Acuerdos de Oslo de 1993, la Autoridad Nacional de Palestina facilitó la vuelta a Palestina a mi padre, como profesor de árabe. Mis padres regresaron y empezaron una vida nueva en Beit Kahel. Al asentarse en Hebrón, mi madre se implicó en la lucha y estuvo en primera línea política, llegando a ser alcaldesa de la ciudad. De mis padres he aprendido lo necesario que es seguir luchando y resistir para poder existir como pueblo palestino.