Cuba en

la Encrucijada

Un proyecto de:

En colaboración con:

 

 

Fotografía:

 

 

Diseño:

LUCÍA 

ARMIÑO

 

 

Cuba en

la Encrucijada

 

 

Un proyecto de:

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LUCÍA 

ARMIÑO

 

 

Cuba está sumergida en una grave crisis económica, de valores y de ideología.

El país que ha trabajado en la construcción de un modelo social y económico no capitalista, se está abriendo al avance implacable del paradigma neoliberal.

Las últimas reformas que ha hecho el gobierno cubano han estado encaminadas a promover y facilitar la creación de pequeñas y medianas empresas, así como el emprendimiento individual, antes absolutamente limitados por el régimen, hoy vistos como fuente de abastecimiento de alimentos, autonomía, creciente y generación de ingresos. Desde septiembre de 2021, miles de cubanos y cubanas se han lanzado a abrir más de diez mil negocios. Pasteleras, modistas, ceramistas, taxistas, pizzeras, cafeterías y numerosos estacionamientos de víveres proliferan por todas partes.

Frente a esta oleada de libertad económica y chasco anímico, hay sectores de la población que intentan encontrar salida en la actual crisis alimentaria a partir de valores de la revolución que continúan considerando válidos. Las cooperativas agropecuarias y los proyectos comunitarios son ejemplos donde se prioriza el bien común y la colectividad, frente a la individualidad.

Las cooperativas agropecuarias en Cuba son un modelo único en el mundo y un sistema productivo muy arraigado a la cultura cubana.

La producción de alimentos se entiende como un bien común, resultado de la acción social colectiva, y no como una mercancía. A través de lo que en Cuba se denomina el consumo social, las cooperativas tienen que alcanzar los sectores sociales más necesarios, pilares de la revolución, como son los hospitales, las escuelas o los hogares de gente mayor. Los y las cooperativistas agropecuarios destinan un mínimo del 80% de su producción a este consumo social. El resto se destina al autoabastecimiento y a la venta a mercados. Así, ante la fuerte crisis alimentaria, con precios de los alimentos desorbitados e inalcanzables para la población, las cooperativas aseguran que los sectores más vulnerables quedan mejor atendidos. Pero la realidad es que, con la carencia de semillas, semilleros e inversión, no producen lo suficiente para abastecer a estos sectores tan amplios de población.

A la vez, también se están poniendo en marcha diferentes respuestas solidarias de base comunitaria para hacer frente a la crisis alimentaria, iniciativas a menudo conformadas por mujeres, que comparten recursos, semillas y semilleros, cuidados y conocimientos. El emprendimiento sostenido con redes de autoayuda, la participación en talleres de transformación integral de los barrios, el embellecimiento de barrios marginales, los cinefórums vecinales, son ejemplos de cómo la población se enfrenta a la crisis sin la tutela de un estado omnipresente y a la vez haciendo frente a la oleada del discurso individualista y capitalista que llega con los vientos del norte. Y las mujeres, son protagonistas.

Cuba en la encrucijada y todos la miran.

UN CONTEXTO DE CRISIS ALIMENTARIA

La isla de Cuba atraviesa su peor crisis económica desde la caída de la Unión Soviética el 1991. El marzo de 2024, el Gobierno de La Habana solicitó oficialmente ayuda al Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, hecho insólito en la historia del país.

Actualmente, en Cuba el déficit económico provoca que no haya capacidad financiera para la compra de semillas para la producción, haciendo que las tierras queden improductivas. Igualmente, este déficit afecta la producción de pienso para la alimentación de animales de granja, disminuyendo así la producción de animales. Hay que importar entonces, pienso, inputs… La soberanía alimentaria se encuentra todavía lejos.

LA AGRICULTURA URBANA

«A través del consumo social llegan al alumnado de las escuelas, a los enfermos de los hospitales, o también a los vecinos y vecinas que pueden comprar directamente en las paradas de la cooperativa«

 

Cuba enfrenta una grave carencia de combustible que dificulta todo tipo de transporte, como por ejemplo el transporte de las cosechas del campo en las ciudades. Ante este grave problema y también con la intención de reforzar la lógica de producción km 0, en los últimos años se ha desarrollado con fuerza la agricultura urbana en La Habana, impulsada desde el mismo gobierno.

En los barrios de La Habana conviven edificios residenciales, hospitales y escuelas con grandes extensiones de huertos urbanos. 

 

La intención es procurar productos frescos de forma directa, reduciendo al máximo la necesidad de transporte. Desde las cooperativas agropecuarias, se destina la totalidad de la producción de sus huertos urbanos a quien más lo necesita en el barrio, lo que se denomina el consumo social, y llegan al alumnado de las escuelas, a los enfermos de los hospitales, o también a los vecinos y las vecinas que pueden comprar directamente en las paradas de la cooperativa. Pero la realidad es que la producción que se obtiene de los huertos urbanos es insuficiente para cubrir las necesidades básicas de la población urbana.

En el barrio de Los Pocitos en La Habana se creó la cooperativa Cuba Socialista y en el municipio de Playa en La Habana, la cooperativa Arides Estevez. Son un modelo de producción que combina el público-privado. Si bien las tierras son del estado, los y las cooperativistas tienen un usufructo privado. La manada y las cosechas, el almacenamiento, la logística, las inversiones, las capacitaciones, todo es gestionado en asamblea entre los y las cooperativistas. Se promueve que las mujeres formen parte y estén en los órganos directivos.

La producción es socializada en gran parte -un 80%- a través del llamado consumo social. Cada día, una moto con carretilla sale temprano por la mañana a repartir la producción de la cooperativa al hospital, hogares de gente mayor, el centro materno infantil y la escuela del barrio de Los Pocitos. 

Este modelo cooperativo público-privado es único en el mundo, e intenta ser una respuesta a la tensión entre el modelo socialista de producción y la iniciativa privada.

UN MODEL ÚNICO: EL CONSUMO SOCIAL

En el Hospital Clínico 10 de Octubre, los pacientes de salud mental salen a pasear cada día entre árboles de aguacate, de mangos e incluso viñas, en el jardín de delante de su ala hospitalaria. El hospital tomó la decisión de utilizar sus terrenos para poner en marcha un huerto y plantar árboles frutales entre sus jardines, para proveer de alimentos al personal sanitario del hospital. Esto es posible gracias a la tenacidad, gestión y energía de tres mujeres ingenieras agrónomas, que tienen cuidado y controlan la producción agrícola del huerto del hospital, así como la llegada de productos procedentes de las cooperativas.

Gracias a la tenacitad, gestión y energía de tres mujeres ingenieras agrónomas, el Hospital Clínico 10 de Octubre dispone de un huerto y de árboles fruteros para proveer de alimentos al personal sanitario del hospital​.

En el hogar de personas mayores en el municipio de Playa, a pesar de las dificultades, siempre les llega producto fresco, como tomate, lechuga, col, leche y carne, provenientes de la cooperativa Arides Estévez. Este es un ejemplo más de resiliencia en la isla.

En la escuela de primaria Nguyen Van Troi y en la escuela de educación especial René Vilches Rojas, ambas en el barrio del 10 de Octubre, han decidido sacrificar parte del patio donde juegan los niños para poner huertos que aseguren el abastecimiento de vegetales frescos a los niños, puesto que todos ellos comen en las escuelas. Este esfuerzo, sumado a la producción que les llega de las cooperativas agropecuarias urbanas, permite mantener una dieta equilibrada y nutritiva para los niños, no al alcance de todo el mundo.

VIRGINIA

Virginia vive en el barrio de los Pocitos. Es una mujer viuda que vive sola, es cooperativista en la cooperativa Cuba Socialista y también emprendedora en un negocio de estética y condimentos alimentarios, y está muy implicada en la mejora de su barrio. La vida de Virginia representa la tensión de Cuba en una encrucijada.

Ella cultiva su patio y su finca con árboles fruteros y huertos, y con animales como cabras y cerdos. Pertenece a la red de patios solidarios de Los Pocitos, donde un grupo de mujeres que tienen patios -pequeñas extensiones de terreno cultivable- comparten saberes y se ayudan. Ninguna de ellas era campesina ni provenía de familias campesinas, pero la falta de alimentos en los mercados y sus precios tan altos e inaccesibles, han hecho que decidan sacar provecho de tierras del estado que se encontraban desocupadas y este se las han cedido en usufructo. La red de patios solidarios es una iniciativa comunitaria nacida en Los Pocitos, que ayuda a estas mujeres a cultivar, a comercializar y aportar la contabilidad. En definitiva, a autogestionar sus proyectos. 

Virginia entrega un 80% de la producción de su finca a la cooperativa Cuba Socialista a la cual pertenece, que le paga un precio regulado y bajo. La cooperativa redistribuye esta producción a los beneficiarios del consumo social, pero a menudo ella misma lo reparte directamente entre las familias más vulnerables del barrio, donde la esperan cada semana con productos de su patio.


Pertenecer a la cooperativa le aporta poder formarse junto otras mujeres sobre sus derechos como mujer y como cooperativista, en un entorno económico muy cambiante y volátil, donde las leyes sobre cooperativismo y emprendimiento evolucionan rápidamente.

La red de patios solidarios es una iniciativa comunitaria nacida en los Pocitos que ayuda a mujeres como Virginia a cultivar, a comercializar y aportar contabilidad

Virginia, incansable, ofrece servicios de peluquería y manicura en su casa. También cocina condimentos para los guisados con las plantas y verduras de su patio, lo envasa al vacío y lo vende en el mercado semanal del barrio. Aprovecha la apertura del gobierno respecto el emprendimiento individual, sin dejar de luchar por los procesos colectivos de generación de ingresos.

NUEVOS HORIZONTES DEL EMPRENDIMIENTO CUBANO

La situación económica actual de Cuba, con el bloqueo por parte de EUA, la crisis postcovid que todavía se arrastra, las incoherencias sucesivas del gobierno en la aplicación de políticas para parar la inflación y el desabastecimiento de productos y servicios, ha llevado la cuestión económica al centro de los debates y preocupaciones de la sociedad cubana. Desde el propio gobierno surgen propuestas contrapuestas y está predominando una lógica de maximización de la ganancia empresarial y del mercantilismo, que se va imponiendo en la práctica socioeconómica.

En este contexto surgen innumerables emprendimientos, negocios individuales fomentados desde el gobierno, como una estrategia para hacer frente a la crisis. Aventurándose a hacer inversiones a menudo con divisas enviadas desde el extranjero, brotan en tierra cubana pequeños negocios como la elaboración de pasteles en cocinas de casas particulares, la venta ambulante en mercados, los pequeños supermercados -único lugar donde es posible comprar carne roja-, o incluso pequeños complejos turísticos. 

 

LAS REDES DE APOYO COMUNITARIAS 

Es difícil entender la resiliencia cubana sin hacer valer el paper de les redes de solidaridad, a menudo impulsadas por las mujeres

Los proyectos comunitarios en Cuba son habituales. La difícil situación económica y social que atraviesa la isla ha hecho que surjan iniciativas de ayuda mutua y propuestas comunitarias que faciliten la resiliencia. 

Es difícil entender la resiliencia cubana sin hacer valer el papel de las redes de solidaridad que se conforman en los barrios, a menudo impulsadas por pocos espacios que surgen desde la base y para las mujeres.

Los talleres de transformación integral de los barrios son una red formal donde participan personas individuales, asociaciones vecinales y delegados del gobierno, que proporcionan desde actividades culturales y lúdicas, a soluciones precarias y provisionales a los retos vecinales colectivos más importantes: vivienda, transporte e infraestructuras urbanas.

Por otro lado, las redes informales surgen entre mujeres que intercambian productos, plantas, semillas, utensilios y también que se ayudan en el cuidado y/o al afrontar violencias machistas. Son redes que con escasos recursos organizan encuentros y sesiones que generan un espacio de seguridad y de confianza entre las mujeres, hecho que les permite transcender la individualidad para afrontar los retos desde la colectividad.

Los Pocitos es un barrio muy humilde y vibrante de La Habana, a menudo estigmatizado por la misma población habanera. Las condiciones de vivienda son insalubres en algunos lugares. En este contexto, ha surgido un proyecto comunitario Akokan, que impulsa el arte, la creatividad y la dignificación de calles y viviendas del barrio. Por sus calles se encuentran por todas partes bellos grafitis, hechos por artistas locales, que reivindican el barrio como un lugar que puede ser agradable y bonito para vivir.

Han puesto en marcha un comedor comunitario, el Café Oddara, que se nutre de los productos agropecuarios del vecindario. El café es más que un café, es un espacio a partir del cual se articula la comunidad, se trabaja con la finalidad del bien comunitario, desde donde se organizan sesiones de cine fórum semanales y otras actividades culturales.

Cuba en la encrucijada, resiste.